martes, 28 de julio de 2009

El tributo de las 100 doncellas

El tributo de las 100 doncellas

En el siglo VIII el rey Mauregato se comprometió a entregar a los árabes, como tributo, cien doncellas cada año, la mitad de alto linage y las otras de origen popular. Ésta obligación causaba una gran dolor entre los cristianos, hasta que el rey Ramiro I, sucesor de Alfonso el Casto, decidió acabar con la "humillante carga" y así se lo comunicó al embajador del rey árabe Abderramán. Éste preparó un ejército de más de doscientos mil hombres y los envió al reino cristiano con la intención de castigar aquella insumisión. Ante el avancel ejército musulmán, el rey Ramiro convocó en León a todos los príncipes, arzobispos, obispos, abades y otros varones del reino, y a todos sus pueblos, para presentar batalla. El primer encuentro tuvo lugar en Albelda de Iregua, Logroño y acabó con una fuerte derrota cristiana. Sin embargo, aquella misma noche el apóstol Santiago se apareció al rey Ramiro y le prometió que al día siguiente estaria con sus hombres en el campo de batalla. El apóstol cumplió su palabra y en la siguiente jornada, en Clavijo, cerca del lugar donde la jornada anterior los cristianos habían sido derrotados, se le vio surgir resplandeciente, montado en un caballo blanco, con una larga espada en una mano y en la otra un estandarte con la cruz.

El apóstol acuchillaba con furia al enemigo y lleno sus corazones de pavor, como de coraje el de la gente cristiana, que logró rechazar a los moros hasta el Ebro. Aquella victoria marcoo la abolición del deshonroso tributo, el cual se recuerda todavía en diversas localidades con una ceremonia conmemorativa, "las Cantaderas", donde un grupo de doncellas van conducidas por una encargada llamada "sotadera".

miércoles, 1 de julio de 2009

La leyenda de Tártalo

La leyenda de Tártalo

Tártalo era un gigante cíclope que vivia en un gruta cercana a Cegama (Guipúzcoa). Su dieta consistia en seres humanos, a los que cazaba y hacia a la brasa ensartándalos en un asador.



Un dia Tártalo cazó a dos hermanos y se los llevó a su gruta. Mientras asaba a uno de ellos, al otro le puso un anillo que tenia el poder de decir: "estoy aquí, estoy aquí!". Despues de comerse al hermaso asado, Tártalo se echó a dormir. Mientras tanto el hermano superviviente se hizo con el asador, lo puso al fuego y en el momento en que se puso al rojo vivo se lo pegó al ojo a Tártalo, dejandolo ciego. Así logró escapar de la gruta el hermano, aunque todavia llevaba puesto el anillo que denunciaba su posición. Logró quitárselo y tirarlo a un pozo muy hondo desde donde seguia diciendo: "estoy aquí, estoy aquí!". Ansioso de venganza Tártalo salió corriendo de la gruta y echó a correr siguiendo la voz, cayendo al pozo y muriendo ahogado.